Historia del consumo de la cafeina en occidente: usos y discursos 

Antes de que la ingesta del nescafé, del americano o del expreso fueran fundamentales para el arranque de cualquier jornada; antes de que el red bul, la coca cola y las cafiaspirinas corrieran a caudales por tiendas, farmacias y demás. La cafeína como estimulante ocupaba un lugar incierto en la sociedad e incluso era mal vista. La historia del consumo de la cafeína es larga.

En Occidente la cerveza era la bebida y psicotrópico predilecto. Por sus virtudes nutritivas, la consumían hombres, mujeres y niños en el desayuno, la comida y la cena. Para 1687 un inglés en promedio ingería 3 litros de cerveza diarios. El consumo del café, el te o la cafeína como estimulante se encontraba aun lejos en el horizonte de los usos y costumbres.

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¿Cómo se dio esa transición entre el consumo de dos litros y medio de cerveza por persona al de la cafeína a chorros y en todas sus vertientes?

La historia de la vida cotidiana permite adentrarse en aquellos aspectos como son las representaciones sociales del amor, la sexualidad, el honor o por ejemplo la ingesta de cafeína como droga estimulante de uso generalizado

Esta forma de acercarse al pasado permite entender los procesos de apropiación y resignificación que ha tenido este psicoactivo en el tiempo y quienes fueron los actores sociales que permitieron su irrupción en Occidente.

En este proceso que los eruditos denominan la transición de una sociedad de la ebriedad hacia la de la sobriedad crónica se involucran médicos, viñeros, corporaciones financieras, revolucionarios y hasta un pontífice de la iglesia católica. 

Como substancia activa se conoció cuando Goethe exhorto al químico Runge para que determinara cuál era la substancia de los granos de café que generaban tal efecto en las personas. No obstante, desde el Siglo XVI se identificaba que el te, el café y el chocolate tenían un activo similar y los debates sobre sus efectos en el cuerpo eran comunes.

La historia del consumo de la cafeina inicia con su llegada a Occidente. Para ello necesitó de la aprobación eclesiástica y en esta historia el Papa Clemente VIII (1533-1605) tuvo un papel destacado. Se cuenta que en el año de 1600 se le convenció para que se pronunciara sobre esta nueva complacencia que tenía alterado a muchos fieles del territorio. Sus detractores argumentaban que su ingesta era una violación de la ley religiosa, que el diablo había iniciado a los infieles en el vino y también lo había hecho con el café para su mayor turbación espiritual. Por lo que este brebaje no podía tener lugar en la vida cristiana. Por una cuestión de curiosidad y justicia decidió probar la aromática pócima antes de emitir su veredicto. Al respecto declaró que sería una pérdida lastimosa dejar su disfrute a los infieles. Y asi se permitió la entrada del café a occidente.

Historia del consumo de la cafeina

Dentro de la historia del consumo de la cafeina el Papa Clemente VIII tuvo un papel destacado.  Después de probarlo  declaró que sería una pérdida lastimosa dejar el disfrute del café a los infieles.

Más allá del enérgico impulso del Dr Conelius a esta bebida hay registros que la compañia de te Dutch East India le pagó para agradecerle que sus artículos estimularon la venta de sus productos. En el caso del médico francés Colomb y sus argumentos sobre sus efectos perniciosos, en realidad fue porque vinateros de Marsella que no estaban dispuestos a compartir sus clientes con los mercaderes de café le pagaron para que durante una presencia ante los magistrados de la ciudad pidiera detener la apertura de las cafeterías. 

En estas confabulaciones entre médicos y propietarios para imponer o bloquear el consumo de esta droga se encuentran aquellos que veían en ella cuestiones más elevadas. Para algunos el consumo de la cafeína no solo era un tema de placer, se convirtió en una cuestión patriótica.  Durante el proceso de Independecia de las 13 colonias (1773 y 1781) beber café se convirtió en una cuestión patriótica. Como protesta a los altos impuestos de la corona al té, los colonos ingleses boicotearon está bebida e hicieron del café su bebida predilecta, simbolo de rebeldía y oposición a la corona británica. 

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La cafeína tienen una naturaleza identitaria mutable; además de su faceta revolucionaria, en Inglaterra el consumo del te se asoció con las mejores características de su sociedad. Beberlo era visto como signo de elegancia y recato. En Estados Unidos, la tierra en donde se inventó el “refield” para doparse de cafeína a voluntad, se le identificó con el emprendedurismo, la energía, la transformación y el reflejo de una sociedad activa y en constante movimiento.

Y aunque el camino a la consagración parecía claro, la historia del consumo de la cafeína nos cuenta que hubieron algunos roces como el que se dio en 1911 durante el juicio “Los Estados Unidos contra cuarenta toneles y veinte barriles de coca cola”. Proceso en el que se buscó prohibir esta bebida por sus efectos narcóticos en la gente. En el que algunos fundamentalistas del jurado argumentaron que la ingesta de cafeína vía la coca cola era pernicioso pues provocaba fiestas desenfrenadas, indiscreciones sexuales entre mujeres e inducía a los jóvenes a pasarse las noches masturbándose. Y llegaron a haber titulares indicando que ocho coca colas contienen suficiente cafeína para matar” . Al final estos argumentos no desalentaron el consumo de la cafeína.  

 

Hoy en día está más que presente en la vida cotidiana. Sus propiedades psicotrópicas se utilizan para construir perfiles de consumo con los que la gente se quiere identificar. Red Bull asocia su producto con los aventureros, los que quieren ir más lejos, los que siempre hacen algo diferente a lo común, los que siempre estan alerta. Coca cola en cambio identifica el consumo de cafeína con la estimulación que te lleva a ser más social, simpático, alegre y familiar. La cafiaspirina por su parte no solo es para que estes sin dolor de cabeza si no que también estés a tope haciendo tus actividades.

 

Beber una taza de café, de te, un red bull o una coca para darse un chute de cafeína no es un simple asunto. Se asocia con cuestiones políticas, historias de independencia, colusión entre comerciantes y médicos y hasta cuestiones de índole identitario y cultural. 

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